Chile se enfrenta a un escenario donde la escasez del recurso hídrico es parte del día a día.
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Escrito por Patricio Cerda   
Lunes, 09 de Septiembre de 2019 20:12

Hace algunos años se hablaba de que el agua era un recurso natural, renovable e ilimitado. Pero hoy esa idea ha cambiado debido, principalmente, al desarrollo económico de los países y el crecimiento de población. La visión actual es de un renovable pero limitado, del que sólo un porcentaje mínimo puede ser consumido por el ser humano.

El 22 de marzo fue el Día Mundial del Agua, fecha que fue propuesta en la Cumbre de Río en 1992 con el fin de promover la conservación y el desarrollo sostenible de los recursos hídricos, que cada día toma más fuerza debido a la crisis importante de abastecimiento de agua actual. Un informe del Foro Económico Mundial clasificó este tema como el segundo riesgo global de mayor impacto y entre los cinco riesgos más probables a nivel mundial.

En tanto, el Banco Mundial señala que la mala gestión de este elemento ha provocado la pérdida de miles de millones de dólares en crecimiento económico potencial todos los años, restringiendo gravemente la posibilidad de desarrollo de los países.

Sequía
Es el octavo año en que nuestro país hace frente a la sequía, una situación que no parece tener cambio en el corto plazo. De hecho, según la Cepal, se proyecta un aumento en la probabilidad de ocurrencia de sequía en el centro norte y el sur de Chile, estimando un incremento de este fenómeno principalmente entre 2040 y 2070.

La falta del bien hídrico tiene una incidencia directa en la economía nacional, que se aprecia de forma evidente en la canasta del IPC. Alrededor de 25 productos dependen de forma directa del factor climático, teniendo una incidencia de un 3,3% sobre el total de ella. Debido a esto, la sequía ha tenido consecuencias directas en la agricultura. Y como una forma para enfrentar el actual escenario de escasez hídrica, la Comisión Nacional de Riego (CNR) invertirá más de $2.000 millones en el desarrollo de planes de riego que permitan definir las mejores alternativas para las distintas regiones y cuencas en Chile. “Vivimos un escenario en que geográficamente hay un desequilibrio entre stock y demanda. En el norte hay actividades humanas con una demanda superior. En el sur pasa todo lo contrario. Hay una mirada homogénea del territorio, cuando la realidad es muy diferente dependiendo del lugar”, manifiesta Alex Godoy, director magíster en gestión de la sustentabilidad de la UDD.

Visión pública
El ministerio de Medioambiente es uno de los organismos que trabaja de forma activa para que se mejore la gestión del agua. “La cantidad y calidad para el desarrollo de las actividades humanas y la biodiversidad son ámbitos de preocupación del Ministerio. La sequía está afectando el escenario ecológico del país, y con ello, todos los servicios ecosistémicos de los cuales depende la población humana. Así, se podrían esperar cambios en la relación de las poblaciones (no sólo la humana), lo que podría implicar la merma de alguna de ellas y la dominación de otras, además de cambios visibles en algunas zonas del territorio”, dice el ministro de Medio Ambiente, Pablo Badenier.

Frente a la falta de disponibilidad de agua que existe actualmente en más del 65% del territorio nacional, “los sectores comienzan a competir por el recurso, se genera un mercado de compra y venta de derechos de agua que sólo beneficia al que tiene mayor capacidad de pago. A la vez, el que algunos tengan la capacidad hacen pozos más profundos, implica que sectores productivos con menor capacidad económica deben retirarse de los territorios. Sin embargo, todas estas respuestas a la falta de disponibilidad no hacen más que agravar la situación, por lo que no constituyen una solución”, comenta Ulrike Broschek, subgerente de Gestión Hídrica de Fundación Chile.

Huella hídrica
Debido a su rol en el desarrollo económico y ecosistémico resulta clave tener una visión global del agua. “Es importante realizar una gestión adecuada del recurso, orientada a disminuir y mejorar la eficiencia en su uso. En ese aspecto, una herramienta útil para hacer frente a este problema en el mundo es la huella hídrica”, señala Guillermo Donoso. Él junto a Gabriela Franco, ambos del Departamento de Economía Agraria de la UC, desarrollaron una investigación en torno a la huella hídrica en Chile. Ahí establecen que “la huella hídrica es un indicador del uso del agua, que estima el volumen de agua dulce usada para producir un producto o servicio, considerando el agua utilizada directa o indirectamente, en un tiempo y espacio específico. Es una herramienta que permite enfrentar el cambio en la disponibilidad del recurso y mantener un adecuado crecimiento económico del país, al identificar qué etapas del proceso de producción utilizan mayor cantidad de agua, además de generar estrategias de gestión”.

Posible subsecretaría
El mundo público estaría cerca de crear un organismo con dedicación exclusiva al recurso hídrico. La Presidenta Michelle Bachelet anunciaría el próximo 21 de mayo la creación de la subsecretaría del Agua, para lo que habría pedido crédito al Banco Mundial por US$25 millones.

“Chile nunca ha tenido una política concreta respecto a recursos naturales, el agua se ve como algo en una función de producción para algo, pero es el sustento de los ecosistemas y ellos son los que nos permiten realizar actividades en ellos. Por tanto, si eliminas el agua o glaciar (revise entrevista en la página 22), puedes eliminar el ecosistema y estarías actuando en contra de la propia actividad industrial”, enfatiza Godoy.

Factor humano
A pesar de que las políticas de eficiencia hídrica a toda escala son favorables para la gestión del agua, el consumo final resulta marginal respecto al industrial.

De acuerdo a la Asociación Nacional de Empresas de Servicios Sanitarios A.G (Andess), del total de los recursos hídricos utilizados anualmente en el país, la industria sanitaria usa sólo el 5% para el consumo de 4,7 millones de hogares a lo largo de todo el país, abasteciendo a más de 15 millones de personas todos los días del año. Y del total de agua potable que se produce en el país, menos del 10% se usa para el consumo humano directo a través de la comida o la bebida.

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